En las páginas de La felicidad del cavernícola: cómo sobrevivir sin smartphone encontraremos siete tips y consejos que Ignacio Bellido te propone para no dejarte arrastrar, de forma incontrolada, por la vorágine digital y tecnológica. En las páginas del libro descubrirás cómo disfrutar, con plenitud, de tus relaciones de pareja, familiares, de amistad, laborales y ambientales poniendo en práctica siete estrategias muy sencillas que hemos utilizado, con éxito, a lo largo de decenas de miles de años.
_________ SEPARADOS PERO CONECTADOS _________
Este libro tiene como punta de partida el extravío del teléfono móvil del autor. A primera vista resulta un hecho intrascendente, pero cuando este extravío se produce a más de ocho mil kilómetros de tu casa el dolor de la pérdida se vuelve mayor. La sensación de desconexión y angustia vividas durante las primeras cien horas dan paso, poco a poco, a un sosiego y un ejercicio de reflexión acerca de los momentos del día a día y de la vida que son verdaderamente importantes para lograr un estado de equilibrio y bienestar. Un estado de conexión que se experimenta cuando se está realmente "conectado" a quienes te rodean y al medio ambiente en el que se vive.
¿Qué tienen las redes sociales digitales como Facebook, Twitter o Instagram para volverse tan adictivas? ¿Por qué recurrimos al uso emoticonos para expresar nuestro estado de ánimo? ¿Qué ha provocado que el tercer país más poblado del planeta sea un país que no tiene ríos, montañas ni fronteras? Estos y otros interrogantes son los que tratan de desvelarse en La felicidad del cavernícola mediante un revelador viaje al pasado a través de siete estrategias de comportamiento que nos han permitido sobrevivir como especie y que, hoy, recién estrenado el segundo milenio siguen siendo útiles para alcanzar la felicidad.
Para emprender este viaje no hace falta despojarse de nuestras ropas ni que caminemos desnudos o apenas cubiertos con unas pieles, ni siquiera es necesario descalzarse, sólo es necesario vencer el pudor de reconocer que hay una parte primitiva en cada uno de nosotros, algo primario que nos mueve y que nos reporta mucha satisfacción cuando, sin fisuras, sin tapujos, sin máscaras, nos relacionamos libremente con nuestros semejantes y con el medio en el que nos movemos
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